El dilema de siempre: ¿huevos camperos o huevos normales? Los hay que prefieren los primeros y los hay que prefieren los segundos, no obstante, la diferencia radica en dos cosas: la calidad del huevo y el bienestar de la gallina.
Es importante aclarar que la composición nutricional del huevo es invariable, es decir, siempre va a tener la misma cantidad de proteínas, grasas y demás independientemente del método de cría de la gallina, incluso da igual si es moreno o blanco: el huevo por dentro va a ser igual. Entonces, tenemos que fijarnos en la calidad del huevo, pero no en la calidad organoléptica (es decir, el sabor, el color, etc.) sino en la calidad higiénica, o lo que es lo mismo, que el huevo sea apto para consumir, que no provoque ninguna enfermedad. Aquí es donde empieza el dilema moral sobre la elección de los huevos: las gallinas son animales que depositan sus heces por cualquier sitio, y los huevos no son ninguna excepción, por lo que a menudo estos se ensucian. Estas heces pueden inducir una salmonelosis en el huevo (sí, esa enfermedad tan famosa relacionada con los huevos). Esto es debido a que la Salmonella es una bacteria que se encuentra en alguna parte del tracto digestivo de las gallinas, y por tanto, está presente en las heces. Por extensión, si estas entran en contacto con el huevo, existe la posibilidad de que este se infecte y posteriormente infectar a una persona.
Este problema se solucionó poniendo a las gallinas en jaulas no precisamente grandes, en donde el huevo se va por una serie de conducciones en el mismo momento que la gallina lo deposita, evitando que entre en contacto con las heces y que se infecte. No obstante, este problema seguimos teniéndolo en los huevos camperos, donde las gallinas campan a sus anchas por un recinto mucho mayor donde pueden ensuciar los huevos con heces, aumentando el riesgo de que sus huevos contengan Salmonella. Entonces, os planteo una pregunta:
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